Nacimiento y Cascadas de Huéznar: Una de las mejores rutas de senderismo para hacer con niños en Sevilla.

   En Sevilla existen multitud de rutas para la práctica del senderismo, muchas de estas rutas transcurren por el parque natural de la Sierra Norte de Sevilla, y entre todas ellas, sin duda una de las mejores para hacerla con niños es la que transcurre entre San Nicolás del Puerto y las Cascadas del Huéznar.

   Los motivos por el cual me atrevo a asegurar esto son varios. Para empezar se trata de una ruta circular que parte y finaliza en San Nicolás de Puerto, con lo cual resulta muy cómodo si te alojas en el pueblo, o bien si quieres dejar el coche sin tener que mover el mismo en todo el día.

   Además es una ruta de apenas 5 kilómetros y bastante llana, salvo alguna que otra cuesta en la zona de las cascadas, por lo que la hace muy accesible a niños y mayores, aunque lógicamente no es recomendable hacerla con bebes o niños muy pequeños.

   Y por último, se trata de una ruta muy fresquita, dado que transcurre con mucha sombra y cerca del agua, lo cual es de agradecer si se realiza durante el caluroso verano sevillano. Así que sin más demora, empecemos.

  Nosotros comenzamos la ruta en el Área Recreativa Nacimiento del Huéznar, dentro del mismo San Nicolás del Puerto, aunque como la ruta es circular, se puede empezar tanto desde el pueblo y caminar hacia las cascadas, como a la inversa. 

   Como pueden ver, el área recreativa está equipada con merenderos y mucha sombra proporcionada por enormes alisos, álamos y olmos que forman un bosque de galería que hace muy agradable la estancia. 

   En este paraje, conocido como El Venero, no pararás de escuchar el sonido de los pájaros. De hecho, buena parte del paseo coincide con una de las rutas ornitológicas de Sierra Morena, donde los amantes de las aves podrán encontrar especies como la oropéndola, el lugano, el martín pescador, el trepador azul, el torcecuello, etc...aunque para los más peques probablemente su favorita sea la más grande y común cigueña...

   El Venero nos tiene preparada una última sorpresa, y es que entre esos árboles y pájaros se esconde el nacimiento del río Huéznar, ¿cuántas veces uno puede ver el nacimiento de un río de forma tan cómoda?.

   El agua de lluvia se filtra por el suelo permeable que conforma la roca caliza de la zona, pero como también hay pizarra, que es impermeable, el agua se termina acumulando y circula formando acuíferos.

   Si se fijan en la foto verán hondas en la superficie del agua, esto es debido al constante burbujeo que procede del suelo porque, a pesar de que en esta zona el suelo es impermeable, gracias a una fractura del terreno, es decir, a una falla vertical, hace posible la salida del acuífero a la superficie y da lugar así al nacimiento del Huéznar.

   El caudal ronda desde los 150 litros por segundo hasta los 500 litros por segundo durante la época de lluvia, suficiente para llenar una piscina olímpica cada hora y media.

   Con un inicio así cuesta seguir, pero finalmente decidimos empezar a caminar siguiendo el Arroyo del Pozuelo que siempre mantenemos a nuestra derecha. Durante un buen tramo disfrutamos del agua, los árboles y algún que otro animalillo que hacía las delicias de las peques.

   Sin embargo, al cabo de un rato debemos abandonar el sendero junto al río y caminar por la Vía Verde de la Sierra Norte. La vía verde tiene una longitud de 19 km, ya que aprovecha la antigua vía férrea que unía Cazalla con Constantina, pero nosotros sólo recorreremos aproximadamente unos dos km, suficiente para pasar del bosque de galería a la dehesa andaluza.

   Probablemente durante el camino se cruzarán también con varios ciclistas, dado que la vía verde favorece esta práctica, y también encontrarán antiguos edificios en ruinas utilizados durante la época del ferrocarril.

   Al cabo de un rato, llegamos a un túnel, sin embargo no debemos entrar en el mismo, sino girar a la derecha por el camino de tierra.

   Por este camino de tierra tan sólo andaremos unos pocos metros, ya que enseguida lo volvemos a abandonar para volver a la ribera del Hueznar.

   Es aquí donde debemos adentrarnos de nuevo en el bosque de galería, pero ojo que ahora el camino se estrecha bastante, de hecho más que camino ya es un sendero con un fuerte desnivel hacia el río en algunos tramos, por lo que conviene "atar en corto" a los peques.

    Pero la duración de este tramo es corto y además permite bajar a la orilla del río en algún que otro punto.

   Tras unos minutos andando, empezamos a escuchar el agua caer con fuerza y nos damos cuenta que hemos llegado a la zona de las cascadas. Estas cascadas y pozas, rodeada de olmos, alisos, sauces y en general vegetación de ribera, son un placer para los sentidos.

   Antes de continuar, es importante saber que le baño en las mismas, por muy apetecible que parezca, está totalmente prohibido, pero aun así es un lujo poder pasar el día entre tanto verdor, por lo que no me extraña que la zona fuese declarada Monumento Nacional en el año 2.001 (una odisea en el espacio...de las cascadas del Huéznar, lo sé es malísimo pero no me puedo resistir jeje).

   Pero en el fondo sí que es una odisea intentar descubrir todas las cascadas que hay por la zona, y lo es porque en algunos tramos la vegetación y las rocas hacen complicado avanzar, sobre todo si vienen con peques o personas con dificultad de movimientos.

   Aunque no se preocupen que no todas las cascadas son de difícil acceso, hay algunas incluso con miradores y carteles informativos.

   Respecto a la formación de las mismas, ¿recuerdan que les contaba que el agua del Huéznar se filtraba por la roca caliza permeable de la zona?, pues bien, esto provoca que el agua sea muy rica en carbonato de calcio, que poco a poco se va depositando sobre películas orgánicas formada por bacterias, hongos y musgos, o bien sobre otros materiales inorgánicos, para terminar creando bloques de roca dura sedimentaria (el travertino) que, cuando se produce una falla, dan lugar a escalones (escarpes) que propicia la aparición de las cascadas.

   Posteriormente el efecto erosión del agua hace que aparezcan toboganes y cortinas que dan la forma siempre cambiante de las cascadas.

   Como curiosidad es interesante ver como este agua carbonatada provoca un efecto de litificación de las raíces de los árboles.

   Basta con fijarse en las raíces que salen de los troncos cercanos al río y ver como a partir de un determinado momento no sabemos si se trata de una raíz viva o ya de una roca.

   Otra curiosidad son los huecos que se pueden ver en algunas piedras...

   Estos huecos fueron en su día tallos, ramas y raíces vivas de plantas y árboles que poco a poco fueron envueltas por la piedra, y que al morir y pudrirse dejaron esas marcas en la roca.

   Después de explorar la zona, el mejor sitio para descansar es el Área Recreativa El Martinete que cuenta con aseos, mesas, bancos, barbacoas y un kiosko-bar donde comer algo si no quieren cargar con su propia comida (aunque asegúrense primero si está abierto). Este área también cuenta con un aparcamiento para coches, por lo que si prefieren pueden empezar y terminar la ruta desde aquí.

   Finalmente emprendemos la marcha de regreso a San Nicolás de Puerto. Se puede volver sobre nuestros pasos o bien ir por el otro lado del río, que fue lo que hicimos para no repetir camino. Ojo que para cruzar es posible que tengan que pasar por un tronco-puente sino quieren mojarse los pies.

   Buena parte del camino de vuelta lo hacemos bordeando los terreno de la antigua central hidroeléctrica de Nuestra Señora del Carmen del 1.901.

   La central hoy en día está en ruinas, pero existe un proyecto privado en marcha para su rehabilitación, pretendiendo crear energía renovable, alojamientos rurales, huertos ecológicos y cursos de educación ambiental.

   De momento la zona esta alambrada y bastante abandonada, pero ....¡tienen un poni precioso! jeje

   El camino de vuelta está peor acondicionado que el de ida ya que transcurre por un estrecho sendero lleno de "hierbajos" entre el río y los terrenos de la central. Además, la parte final del trayecto se tiene que hacer por la carretera, con el peligro que ello conlleva, aunque por suerte no es mucho.

   Al final, tras unos dos kilómetros en total, llegamos de vuelta a San Nicolás del Puerto, pero entramos por el otro lado del pueblo, por donde se encuentra la playa fluvial y el puente romano.

   Normalmente, aunque no es posible bañarse en las cascadas, el baño sí está permitido en la playa fluvial acondicionada del pueblo. Sin embargo este año debido al dichoso coronavirus la playa está cerrada y sin agua, así que nuestro gozo en un pozo...pero seco.

   El puente romano sobre el río Galindón es otro punto de interés de San Nicolás del Puerto, aunque el que podemos ver hoy en día se debe a una reforma hecha en la Edad Media. Junto al puente también destaca la Iglesia de San Sebastián, una construcción mudéjar de los siglos XV-XVI y un Crucero de piedra también del siglo XVI, indicador de la ruta de la vía de la Plata.

   Tan sólo unos metros más adelante volvemos a encontrarnos con el Área Recreativa Nacimiento del Huéznar con el que empezamos la ruta y ahora la ponemos punto y final.

   Espero que se animen a realizarla.

    Un saludo. 

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