Colmar en Navidad: Un paseo nocturno por un escenario de película.

   En mi anterior post les hablaba de uno de las ciudades con más encanto navideño del mundo, me refiero a Colmar, en la Alsacia francesa.

   Pues bien, en esta entrada quiero continuar la ruta, ya de noche, desde el punto donde lo dejamos la última vez, la Rue des Marchands (de los comerciantes). Esta euna de las calles más conocidas de Colmar ya que en ella podemos encontrar varias casas catalogadas como monumentos históricos.

   Un bello ejemplo de esto es la  Maison Zum Kragen que pueden ver en justo al lado de la que para muchos es la casa más bonita de Colmar, la Maison Pfister.



   Esta casa es sin duda la joya de la corona del pueblo y uno de sus símbolos, y el por qué, salta a la vista. Catalogada como monumento histórico desde 1.927, la casa se construyó, como aparece inscrito en una de sus ventanas, en el 1.537, pero no fue hasta el 1.577 cuando se añadieron los frescos que pueden verse en el exterior.

   La casa fue construida para el rico sombrerero Ludwig Scherer en estilo renacentista, y por su estructura en madera de dos plantas, su torreón octogonal y sus frescos, está claro que se adelantó a su tiempo. Por cierto, estas pinturas representan a emperadores germanos del siglo XVI así como figuras y escenas bíblicas.

   Si se preguntan por qué se llama Maison Pfister en vez de Maison Scherer, es debido a François Xavier Pfister quien adquirió la casa en 1.841, y cuya familia vivió en la casas hasta 1.892 ocupándose de la restauración y mantenimiento de la misma.

   Dejamos ya esta maravilla de Colmar, pero antes de abandonar esta calle les voy a desvelar otro de los misterios del que os hablaba en el anterior post....¿qué son estas señales del suelo?

   Y es que ya os decía que Colmar está llena de detalles que no conviene perderse, como por ejemplo estas señales flechas que si las sigues, te llevan directamente hasta otro de los edificios de la Rue des Marchands...el Museo Bartholdi

   Como ya sabéis, por el anterior post, Auguste Bartholdi fue un escultor local que, entre otras obras creo el tonelero que pueden ver coronando la Maison des Tètes.

   Pero supongo que ya habrán deducido que su principal obra, y por la que siempre será recordado es por ser el autor de la famosa Estatua de la Libertad de New York, y por eso, una de las rotondas de entrada a Colmar está adornada con una réplica de la famosa estatua.

   El museo está localizado en la casa donde vivió muchos años el propio Bartholdi, y en el podemos conocer su historia y ver bocetos, pinturas, réplicas de sus obras, o negativos reales entre otras cosas. La verdad es que no sé deciros si merece la pena, ya que por falta de tiempo no entramos y sólo pudimos ver el exterior, sin embargo si es aconsejable entrar en el patio interior de la casa, que es gratuito y donde al menos podrán contemplar otra de sus obra "Los grandes pilares del mundo: Justicia, Patriotismo y Trabajo" del 1.902.

   Continuando con nuestro paseo, ponemos rumbo ahora hacia la intersección de Rues de Marchands con Grand Rue ya que justo donde ambas arterias se cruzan nos encontramos con otra de las postales típicas de Colmar.

   A pesar de la multitud que se congrega para pasear por esta zona, es innegable el encanto y la magia navideña que se respira, de hecho es difícil no caer en la tentación de consumir. Por ejemplo, nosotros en la casa azul del fondo, que es en realidad una tienda de souvenirs de esas típicas de turistas, pues terminamos "picando" con algún que otro capricho que en verdad no necesitamos, pero que te entran por los ojos.

   Por cierto, si se fijan en las casitas de la estantería, podrán ver alguna que otra casita Pfister de cerámica.

   Justo enfrente de la tienda de souvenir, nos encontramos con el restaurante Chez Hansi, en cuya fachada encontramos otro de esos carteles antiguos tan llamativos.

   Como seguro ya saben, el nombre del restaurante no es casual dado que Hansi, es otro de los nombres propios de Colmar. Pero de él ya os hablé en el anterior post, así que no me enrollo más y continuaremos el recorrido atravesando los arcos del edificio Koïfhus, la antigua aduana.

   El Koïfhus estaba situado en un lugar estratégico en el Colmar medieval y se trata de un edificio de estilo gótico renacentista que también tiene la consideración de monumento histórico y que fue el lugar de nacimiento del general Jean Rapp.

   Aparte de aduana, el edificio ha sido también un teatro, un banco, un colegio y actualmente un restaurante y sala de exposiciones donde en navidad también instalan un mercadillo navideño cubierto, lo cual es muy útil en caso de mal tiempo. El Koïfhus es el edificio local público más viejo de Colmar.

   Pues bien, la plaza a la que accedemos se llama la Place de l´anccienne douane (la plaza de la antigua aduana) y en su centro podemos ver una estatua dedicada a Lazarus Von Schwendi, un general, político y diplomático francés que sirvió a Carlos V en su guerra contra los turcos en Hungría, y que según la leyenda fue quien trajo desde dicho país la variedad de uva "Pinot gris", razón por la que sostiene un racimo de esa uva en la mano.

   En realidad esta variedad de uva ya se conocía en la región desde mucho antes de Schwendi por lo que en este caso la leyenda no parece real. Eso sí, ¿adivinan quién fue el autor de la estatua?...pues efectivamente el omnipresente Bartholdi.

   Por cierto, en esta plaza podemos encontrar, aparte de un mercadillo navideño, un tramo de un canal que atraviesa Colmar, el canal de Logelbach, que es una vía fluvial artificial que se creó para traer agua para regar, mover piedras de molinos y suministrar agua a los fosos que rodeaban al antiguo Colmar.

   Y ya que estamos, y siendo consciente que el barrio más famoso de Colmar se llama la Pequeña Venecia, decidimos seguir la corriente del canal hasta el río Lauch, ya que justo en el lugar donde se une Rue de Tanneurs (la calle de los curtidores) con Quai de la Poissonnerie (muelle de los pescadores) nos encontramos con otra de las postales más conocidas de Colmar.

   En este punto, el río se ve bordeado por las antiguas casas puntiagudas de los pescadores, que instalaban aquí su lonja para vender sus peces. Es cierto que buena parte de su belleza actual se debe a las restauraciones de los años 70 y 80, pero eso no impide disfrutar del entorno.

   El edificio de ladrillos de la derecha es el Mercado Cubierto de Colmar del año 1.865, y su localización no es casualidad, ya que los pescadores y comerciantes podían llevar sus productos hasta la misma puerta del mercado en las típicas embarcaciones de fondo plano que todavía se pueden ver por esos canales. Aunque a decir verdad, ahora están más bien cargadas de turistas que descubren este barrio desde otra perspectiva.

   Después de comprar algunos productos artesanos en el mercado, continuamos nuestro camino por el Quai de la Poissonnerie y vamos viendo como las casas se van volviendo más coloridas y con más entramados de maderas en sus fachadas, es decir, más de cuento si cabe.

   Y así, casi sin darnos cuentas llegamos a la Rue Turenne, donde volvemos a toparnos con otra postal navideña. En esta zona los edificios no son las típicas casa con entramados de madera, pero lo que hacen en estas fechas es iluminarlos de colores llamativos y proyectar luces con formas como lunas y estrellas sobre las fachadas. El resultado final...un bello cuadro.


   Y para rematar nos encontramos con varios cisnes en el río y hasta pudimos ver una juguetona nutria.

   De buena gana nos hubiésemos quedado a tomar algo en algunos de los restaurantes que se asoman al Lauch, pero por desgracia, mi hija que llevaba un rato dormida en el carrito sufrió uno de los pocos terrores nocturnos que ha tenido (a Dios gracias¡¡),  así que tuvimos que poner rumbo al alojamiento.

   Sin embargo, antes de llegar al hotel pasamos por otro de los mercadillos navideños de Colmar, el mercadillo de la Pequeña Venecia que, irónicamente está dedicado a los más pequeños con un puesto donde el mismísimo Papa Noel recoge las cartas de los niños, otro con animales de granja vivos para que los niños puedan aprender con ellos, un carrusel y hasta puestos sólo de peluches.

   Aunque ya no era nuestro momento, lo bueno es que así tenemos excusa para volver a esta maravillosa ciudad de la Alsacia. Una de las más bonitas que hemos visitado en estas fechas.

   Au Revoir!!   
   

Comentarios

  1. hola buenas perdona hablarte por esta entrada. Tengo una duda he leido tu blog de la copenhaguen card y tengo la duda si la tarjeta es de 1 dia natural o de 72 horas. Esque llegare a copenaghue a las 20 de la tarde y si la activo dura hasta las 00 o hasta las 20 del siguiente dia. Gracias

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