La Capilla de los Scrovegni, la máquina del tiempo de Giotto.

   ¿Sabías que la auténtica máquina del tiempo no es el Delorean de "Doc" o la Tardis del Doctor Who?, la verdadera máquina del tiempo, o mejor dicho nave del tiempo, se encuentra en Padua (Italia), en una pequeña capilla que, como no podía ser menos, es conocida en todo el mundo.

    Este templo, cuyo exterior es de ladrillo visto, no es famoso por su arquitectura, a pesar de ser los únicos restos de un palacio de principios del siglo XIV, tampoco es conocido por su ubicación, situado justo al pie del antiguo anfiteatro romano de la ciudad (razón por la que se la conoce también como la capilla de la Arena)...

   ...no, la capilla debe su fama mundial al espectacular tesoro que alberga en su interior, la obra más significativa de un hombre que se adelantó a su tiempo, un hombre tan innovador que es considerado, ojo al dato, como "el detonante del Renacimiento en Italia". Me estoy refiriendo al gran Giotto di Bondone, y la obra en cuestión son los famosos frescos de la Capilla de los Scrovegni, ni más ni menos que una de las obras cumbres de la historia de la pintura en Europa y en todo el mundo.   

   Pero empecemos por el principio, el cómo se construyó esta nave del tiempo, pues resulta curioso pensar como esta maravilla de la humanidad pudo tener su origen en uno de los pecados capitales, en concreto, la avaricia

   Dante Alighieri, otras de las grandes figuras del Trecento y contemporáneo de Giotto, mencionaba en su viaje por el Infierno, el castigo que sufrían los violentos según su canto decimoséptimo de La Divina Comedia. Entre esos violentos se incluía a los usureros, porque ellos pecan contra el arte, y el Arte es el nieto de Dios, y entre esos usureros, Dante habló brevemente con uno que es muy importante en esta historia, Reginaldo de los Scrovegni, un codicioso banquero que hizo una gran fortuna mediante la usura.

   Reginaldo era el padre de Enrico Scrovegni, quien, para redimir los pecados de su padre, y ya que estamos los propios, ordenó levantar la capilla al lado de su palacio (hoy desaparecido) al tiempo que contrató a un maduro Giotto, quien contaba con unos 36-38 años, para decorarla con unos frescos que pasarían a la historia de la humanidad.

    Y efectivamente, en el fresco del Juicio Final podemos ver al Enrico Scrovegni ofreciendo la capilla, que por cierto no ha cambiado mucho en estos 730 años, a las Tres Marías. Como curiosidades la túnica de Enrico es violeta, color asociado al arrepentimiento, y por otro lado Enrico no aparece más pequeño que la Virgen sino que está a escala, denotando un cambio de mentalidad brutal para la época.

   En esta escena Giotto vuelve a sorprender por primera vez al mundo con un efecto ilusionista, en concreto con el manto del clérigo que sostiene la capilla, pues si nos fijamos bien, la túnica sobrepasa el límite del arco dibujado debajo, creando un efecto o ilusión que traspasa la propia pintura.

   Como es de suponer, la tumba familiar donde descansa el propio Enrico se puede ver en la capilla ( por cierto las estatuas son de Pisano, Enrico no reparó en gastos)
 
   Otra de las escenas más innovadoras e impactantes de Giotto en la Capilla de los Scrovegni es el Beso de Judas.  

   Como saben, Judas Iscariote traicionó a su maestro por 30 moneda de oro, y la señal para hacerlo fue un beso. En la escena central vemos a Judas envolviendo con su capa a Jesús para traicionarle con el famoso beso. Mientras a Judas, quien por cierto lleva una capa amarilla que era el color asociado a la traición, se le representa con la piel oscura y nariz aguileña propia de los judíos según las creencias cristianas de la época, a Jesús se le representa tranquilo y sereno, mirando fijamente a Judas, esperando la consabida traición sin la más mínima intención de impedirla.

    Pues bien, estas expresiones, esta humanidad en los gestos, estos sentimientos perfectamente identificables por el espectador, simplemente no existían en la pintura antes de Giotto.

   Si abrimos la escena, vemos como a partir del beso (que en realidad todavía no se ha producido), se arma la marimorena.

   San Pedro, encabronado, le corta la oreja a Malco (que luego sería curada por Jesús), alguien toca un cuerno y comienza la batalla a palazo limpio por detrás de los dos protagonista centrales, y más lejos comienzan a llegar las tinieblas. En esta escena, Giotto usa multitud de colores, jugando con la luz para crea una sensación de profundidad en la obra, algo fuera de lo habitual en el medievo. 

   De nuevo, el uso del espacio y la luz para crear un efecto tridimensional en la escena es algo que simplemente no existía antes del gran maestro. Es a partir de las representaciones espaciales de Giotto, que comenzaría el estudio de la perspectiva.

    La escena que quizás mejor refleje todas estas innovaciones es quizás la Lamentación sobre Cristo muerto.

   Ver el rostro de María sobre su hijo muerto es sentir el dolor inconmensurable de una madre que lo ha perdido todo. La expresión de su rostro tiene una gran carga dramática y expresiva que Giotto consigue  otorgándola una mirada penetrante con profundos ojos rasgados y labios entreabiertos en señal de congoja. Las emociones humanas cargan por primera vez la escena.

   Si abrimos la escena nos encontramos con otra novedad en la historia de la pintura...

...y es que por primera vez aparecen personajes dando la espalda al espectador. Esto era algo totalmente opuesto a la frontalidad que caracterizaba el arte bizantino, pero con este simple añadido, Giotto, de forma totalmente innata, logra de nuevo aportar una mayor profundidad en la escena. También manda a "freír espárragos" la ley marco imperante, y si tiene que dibujar personajes a mitad sin que entren en el cuadro se hace, ampliando la acción incluso más allá del propio cuadro, en la imaginación del espectador.

   Lo que vemos aquí es un paisaje (que ya de por si era raro), un paisaje desolador, donde todos los personajes humanos dirigen su vista al centro de la pintura, que no es otro que Jesús muerto. Al igual que el propio paisaje, un árbol marchito, del que parece salir un camino por un muro árido, sin verdor, y que acaba también a la altura de la cara de Jesús. Giotto, de forma innata, lleva al espectador donde el quiere, centrando la mirada en la parte principal del fresco, y creando un espacio, una naturaleza, unas expresiones y, en resumen, una perspectiva cuyo estudio vendrían muchos años después de él.

   ¿Les parece poco? pues no se vayan todavía, porque en la Capilla de los Scrovegni podrán ver otros elementos que se adelantaron, y mucho, a su época, como por ejemplo el primer beso de amor de la Historia del Arte...

   Se trata del fresco de San Joaquín y Santa Ana frente a las Puertas Doradas. Normalmente, incluso en artista de siglos posteriores, el júbilo de los padres de la Virgen María al enterarse del embarazo de Santa Ana, se suele representar con ambos abrazados, sin embargo aquí llega mi buen Giotto y nos regala este icónico beso en "los morros" a principios del siglo XIV. Me imagino a los cristianos de la época "flipando".

    Sinceramente dudo que sea el primer beso de amor la historia del arte, como nos dicen los guías de la capilla, pero aunque no lo sea, de nuevo Giotto rompía con lo que era la norma hasta entonces.

   Y es que Giotto fue uno de los grandes "influencer" del renacimiento, al contrario que otros genios que también se adelantaron a su época, Giotto fue tan grande que hasta sus mismos contemporáneos reconocieron su talento en vida. Por eso no es de extrañar que si a este señor le daba por dibujar la Estrella de Belén como una bola de fuego con una cola, es decir, como un cometa en vez de como una estrella, pues creara una tendencia que llega hasta nuestros días, pues así nos la imaginamos todavía.

   Por lo visto, en el año 1.301 Giotto pudo contemplar el cometa Halley en el cielo, y este hecho le inspiró para representarlo en su Adoración de los Reyes Magos. Como tantas otras cosas, no se sabe si esto es cierto o no, pero la Agencia Espacial Europea bautizó a la sonda espacial que lanzaron en 1.986 como "Giotto", siendo el objetivo de dicha sonda acercarse y estudiar al famoso cometa.

   Por cierto que Giotto se atreve incluso a dibujar camellos en esta escena, esto que hoy en día nos parece tan normal, lo tuvo que realizar a ciegas, pues nadie en esas latitudes había visto en su vida un camello, y de hecho esos ojos azules y esas orejas de caballo demuestra que el propio Giotto tampoco había visto ninguno.

   Otra cosa que dibujó a ciega fueron los edificios, él deja de dibujar las arquitecturas góticas tradicionales para pintar edificios clásicos con un toque algo fantasioso, lo curioso, o no porque ya lo conocemos, es que ese tipo de arquitectura terminaría haciéndose realidad años después.

   Y es que Giotto no solo fue grande por sus propias innovaciones, sino porque también rescató técnicas olvidadas y las puso de moda. Así, en la parte inferior de la capilla, podemos encontrar un friso con 14 figuras enfrentadas que representan los Vicios que conducen al Infierno, y las Virtudes que conducen al Cielo.

   La técnica que usó Giotto para esta parte es la que más tarde se conocería como "Grisalla", una técnica usada ya usada por los romanos, que al utilizar pintura monocroma, pretende crear la sensación de ver un relieve escultórico. Está técnica estaba en desuso pero claro, en cuanto "el jefe" la recuperó, se puso muy de moda en la época.

   Pero para ser una adelantado de tu tiempo, para crear una nave del tiempo, no solo tienes que tener mucho talento innato, además debe ser un valiente, y Giotto sin duda era ambas cosas. Aunque su obra era de temática religiosa, como toda por aquel entonces, me quiero detener de nuevo en el Juicio Final, en concreto en la parte del Infierno más tarde inspiraría a artistas como El Bosco.

   Y es que en esta escena, destinada a horrorizar a aquellos primeros cristianos que no sabían leer pero sí entender el final que les esperaba si se desviaban del buen camino, Giotto también se atreve a dar un toque de atención a los propios religiosos...

   ...por ejemplo, en este detalle, si miran a la derecha, vemos a un cura dando la absolución a un pecador a cambio de una bolsa de dinero, mientras un demonio se lleva a ambos condenados al infierno por sus malas acciones. 

   Pero es que si nos fijamos en el grupo de la derecha, vemos a otros dos pecadores maniatados y llevados por otro demonio, uno de los dos lleva un gorro rojo con una cinta blanca que recuerda al que usa Enrico Scrovegni cuando se arrodilla para entregar la capilla a las Tres Marías. Esto se debe a que Giotto, a pesar de su cliente, al final termina situando al propio Reginaldo en el Infierno...¡con dos narices!.

   Por si fuera poco, fíjense en el siguiente detalle..

   Justo a la altura de la cara de Lucifer se observa, un poco borroso, otra figura. No se aprecia quién puede ser, pero se ve claramente que lleva la mitra, por lo que podría ser uno de los papas más odiado de la historia, Bonifacio VIII, a quien Dante también colocó en el infierno...simplemente genio y figura.

   Hoy en día para nosotros, entrar en esta nave, aunque solo sean los 15 minutos permitidos por grupo para su preservación, es como viajar en el tiempo a principios del siglo XIV, y me imagino que para alguien del medievo, entrar en la Capilla de los Scrovegni debía de ser una experiencia parecida a lo que sintieron las primeras personas que, acostumbrados a las fotos estáticas, vieron por primera vez una película, viajaron al futuro varias décadas, pues cuando el genio falleció en 1.337 (por cierto entre altos honores que no estaban reservados a simples artistas) su arte murió con él, pues nadie pudo imitarle durante varias décadas.

   En fin, con todo esto, no es de extrañar que esta capilla forme parte del Patrimonio Mundial de la Unesco (desde el 2021) junto con otros frescos del siglo XIV de Padua.

   Si quieren visitar esta nave del tiempo en persona, no duden en reservar su entrada en su página oficial, existen varios formatos de entradas combinadas. 

   Arrivederci.   



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